Llerena, un
municipio situado al sur de Extremadura, presenta un gran patrimonio artístico.
Su mayor esplendor
se dio en época árabe, aunque se han encontrado hallazgos de épocas más
tempranas como el Idolillo antropomorfo de Llerena, tallado en hueso.
Este pueblo
ha tenido un largo desarrollo histórico que abarca desde el Calcolítico hasta
nuestros días, por lo que nos vamos a encontrar restos de diferentes épocas.
Hay un
edificio que me llama poderosamente la atención, pero no por su conservación o
su belleza, sino por la restauración que se le ha llevado a cabo. El edificio
del que hablo es el Palacio Episcopal.
El fin de
semana pasado fui a ver la restauración y lo que me encontré al llegar allí fue
una aberración estética e histórica. Esa restauración se ha llevado a cabo sin
ningún criterio histórico-artístico.
Lo mismo
ocurrió con la restauración de otro monumento de la ciudad el Molino que ha
sido reconvertido en un centro comercial.
El Palacio
Episcopal fue construido en el siglo XV y fue residencia de los priores de la
orden de Santiago, de hecho, su portada está enmarcada por un alfiz y sus
blasones.
Presenta un
claustro mudéjar porticado con dos pisos que ha perdido su esencia, inscribiéndolo
en un horrible cajón de cristal que altera su configuración original.
Todo el
palacio está rodeado por una especie de cajón de vidrio que además de ser un blanco
fácil para los pájaros y una sauna, no permite disfrutar de las vistas del edificio,
asimismo han desfigurado la fisonomía del suelo al que se le han añadido unas
luces de neón azul horrorosas.
En una
restauración se tiene que volver a dejar el edificio en el lugar en el que se
encontraba originalmente, sin alterar lo más mínimo su estructura, y si se
tuviese que alterar, sería porque el edificio corriese riesgo de derrumbe.
Para mí es
un caso claro de expolio, porque no solo se entiende por expolio robar algún
bien, sino dañarlo. Y creo que con esta “restauración” han deformado
completamente el edificio, no tiene nada que ver con el original. Esta “bonita”
obra se ha llevado a cabo para convertir el palacio en un museo mudéjar y se
han gastado nada más y nada menos que tres millones de euros.
Me parece
estupendo que se fomente la cultura y que hagan museos, pero no destrozando el
patrimonio, sino adaptándolo.
En el
palacio han aparecido restos de una antigua noria romana y unas pinturas
murales que pertenecen a la Edad Media, espero que no corran la misma suerte
que el palacio.
Todo esto
sin hablar del auditorio que se ha construido en el ejido. Una construcción
amorfa para cuatro mil personas en un pueblo de seis mil.
También
podemos hablar de la “restauración” que se llevó a cabo en el Molino, que como
ya he mencionado antes, ha sido reconvertido en un centro comercial y en un
lugar de copas. Le han puesto ventanas donde antes no existían, además de
utilizar un material que es incompatible con cualquier tipo de restauración, el
hormigón.
A pesar de
todo, Llerena es un pueblo precioso, con unos rincones y paisajes
espectaculares y con un gran patrimonio artístico e histórico, que merece la
pena visitar.