jueves, 1 de agosto de 2013

Restauración del palacio episcopal de Llerena


Llerena, un municipio situado al sur de Extremadura, presenta un gran patrimonio artístico.

Su mayor esplendor se dio en época árabe, aunque se han encontrado hallazgos de épocas más tempranas como el Idolillo antropomorfo de Llerena, tallado en hueso.

Este pueblo ha tenido un largo desarrollo histórico que abarca desde el Calcolítico hasta nuestros días, por lo que nos vamos a encontrar restos de diferentes épocas.

Hay un edificio que me llama poderosamente la atención, pero no por su conservación o su belleza, sino por la restauración que se le ha llevado a cabo. El edificio del que hablo es el Palacio Episcopal.

El fin de semana pasado fui a ver la restauración y lo que me encontré al llegar allí fue una aberración estética e histórica. Esa restauración se ha llevado a cabo sin ningún criterio histórico-artístico.

Lo mismo ocurrió con la restauración de otro monumento de la ciudad el Molino que ha sido reconvertido en un centro comercial.

El Palacio Episcopal fue construido en el siglo XV y fue residencia de los priores de la orden de Santiago, de hecho, su portada está enmarcada por un alfiz y sus blasones.

Presenta un claustro mudéjar porticado con dos pisos que ha perdido su esencia, inscribiéndolo en un horrible cajón de cristal que altera su configuración original.

Todo el palacio está rodeado por una especie de cajón de vidrio que además de ser un blanco fácil para los pájaros y una sauna, no permite disfrutar de las vistas del edificio, asimismo han desfigurado la fisonomía del suelo al que se le han añadido unas luces de neón azul horrorosas.

En una restauración se tiene que volver a dejar el edificio en el lugar en el que se encontraba originalmente, sin alterar lo más mínimo su estructura, y si se tuviese que alterar, sería porque el edificio corriese riesgo de derrumbe.

Para mí es un caso claro de expolio, porque no solo se entiende por expolio robar algún bien, sino dañarlo. Y creo que con esta “restauración” han deformado completamente el edificio, no tiene nada que ver con el original. Esta “bonita” obra se ha llevado a cabo para convertir el palacio en un museo mudéjar y se han gastado nada más y nada menos que tres millones de euros.

Me parece estupendo que se fomente la cultura y que hagan museos, pero no destrozando el patrimonio, sino adaptándolo.

En el palacio han aparecido restos de una antigua noria romana y unas pinturas murales que pertenecen a la Edad Media, espero que no corran la misma suerte que el palacio.

Todo esto sin hablar del auditorio que se ha construido en el ejido. Una construcción amorfa para cuatro mil personas en un pueblo de seis mil.

También podemos hablar de la “restauración” que se llevó a cabo en el Molino, que como ya he mencionado antes, ha sido reconvertido en un centro comercial y en un lugar de copas. Le han puesto ventanas donde antes no existían, además de utilizar un material que es incompatible con cualquier tipo de restauración, el hormigón.


A pesar de todo, Llerena es un pueblo precioso, con unos rincones y paisajes espectaculares y con un gran patrimonio artístico e histórico, que merece la pena visitar.