El Nilo era la principal vía de comunicación entre vivos y muertos, los egipcios residían en la orilla derecha por donde nacía el sol y los muertos se enterraban en el margen izquierdo, como el ocaso.
Además, fertilizaba la tierra con sus crecidas dejando los campos preparados para cultivar el cereal y el lino. El régimen anual de la riada tenía su correlato con la trayectoria diaria del Sol. Al alba, Horus; al mediodía, Re; y al anochecer, Atón.
El templo egipcio
El templo cobrará importancia en el Imperio Nuevo, su característica definitoria fue su monumentalidad y su gran belleza. Este, presentó un esquema clásico: Avenida de esfinges o de carneros que desembocaba en la puerta de entrada custodiada por pilonos. Delante se erigía el obelisco y las grandiosas estatuas del faraón. En el interior del templo se disponían en eje longitudinal el patio y varias salas hipóstilas que conducían a las capillas, donde se encontraba la barca de Osiris y la imagen del Dios.
En cuanto a la técnica, la arquitectura era arquitrabada (con columnas como soporte habitual), los techos iban descendiendo en altura y la iluminación se iba haciendo opaca, excepto en la sala de la estatua divina, donde la luz entraba por una tronera.
Se dieron tres tipos de templo debido a su evolución arquitectónica: Al aire libre (Templo del dios lunar Khonsu, en Karnak), el semiespeo, que presenta al exterior la mitad de sus partes, excavando las salas hipóstilas y la capilla en la roca (el de la reina Hatshepsut); y el espeo, perforado totalmente en la roca (Gran espeo de Ramsés II y pequeño espeo de su esposa Nefertari, construido por Abu Simbel entre el año 1290-1224 a.C.)
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