La recta final de la Edad de Piedra ha sido subdividida por los prehistoriadotes en tres grandes fases: el Paleolítico Superior (32000-9000 a. C.) donde surge una cultura de cazadores y recolectores en el entorno glaciar; el Mesolítico (9000-6000 a. C.) en el cual se produce la aclimatación de estas comunidades; y el Neolítico (6000-2000 a. C.) cuando la piedra pulimentada complementa a la tallada.
La Edad de los Metales comienza con la invención de la metalurgia y se corresponde en su primera etapa con el uso del cobre y del bronce.
PINTURA RUPESTRE
En el Paleolítico Superior una comunidad de la zona franco-cantábrica se especializó en pintar animales en las paredes y en las bóvedas de las cuevas. Hay varias interpretaciones, pero sobre todo hay que destacar dos: la de Henri Breuil y la de André Leroi-Gourhan.
Para Breuil las pinturas eran ritos propiciatorios y expresiones de magia simpática que favorecían la caza, al acribillar a los animales con el pincel se aseguraba el posterior éxito de la batida. Aunque esta teoría presenta un lado oscuro, lo que más se cazaba en la época eran renos y ciervos, frente al protagonismo otorgado a caballos y bisontes.
Leroi-Gourhan pensaba que las cuevas eran santuarios donde se celebraban los ritos de iniciación, llegó a esta conclusión por el lugar que ocupaban los animales en las diferentes zonas. Las figuras centrales eran caballos y vacas que representaban respectivamente lo masculino y lo femenino.Pero al encontrar mezclados los animales entre sí se desmoronó también esta teoría.
La pintura del Paleolítico representa a animales de gran tamaño y en posición estática. El naturalismo es consecuencia de la intensa observación del artista. La técnica utilizada es la policromía, los colores básicos son el negro, el rojo y el ocre obtenido mediante roca pulverizada aglutinada con grasa animal.
En esta etapa se utilizan las turgencias de la pared para dar volumen al animal, la figura se rellena mediante la técnica del tamponado (se cubren los dedos con piel y se golpea la roca).
Los lugares más emblemáticos del arte rupestre Paleolítico son: Altamira, en Cantabria, y Lascaux, en Dordoña.
En el Mesolítico el artista abandona las cuevas y se decanta por las oquedades poco profundas de los abrigos. Las pinturas estaban realizadas para ser observadas a la luz del sol, la figura del animal deja de ser protagonista y comparte importancia con el hombre, estos se representan a escala reducida y en actitudes dinámicas.
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